En la foto un bus autónomo Smart Panda, de la 'start up' DeepBlue en la ciudad de Tianjin (China).

La 'start up' china DeepBlue ya opera en diez ciudades del gigante asiático y estará presente en otras diez a finales de año. Además, ya ha firmado acuerdos con países como Tailandia y Grecia, que quieren importar su bus autónomo, conocido como Smart Panda Bus.

A las afueras de la ciudad portuaria china de Tianjin, tres niños, un joven profesor y una pareja de jubilados se suben entusiasmados a un bus autónomo que recorre 2,5 kilómetros de calles poco transitadas. A un minuto de llegar a la estación, el conductor, que ha recibido una formación especial, activa el modo autoconducción. La tecnología toma el control del bus que, aunque a un ritmo más lento de lo normal, frena en los semáforos y cuando se aproximan otros vehículos, y acaba aparcando en su parada.

"Es muy cómodo y a los niños les encanta", explica Yu Xiaoyu, un profesor de treinta y tantos años. En cuanto el bus se detiene, toda la familia se acerca corriendo a la cabina, ignorando las señales que les indican que permanezcan sentados.

El fabricante de los buses, DeepBlue Technology, es una de las numerosas start up chinas que han dado el salto aprovechando el plan de las autoridades de llevar a sus empresas que destacan por sus avances en Inteligencia Artificial (IA) a la escena internacional.

Desde su fundación en 2014, DeepBlue ha pasado de desarrollar técnicas de reconocimiento de la palma de la mano a intentar comercializar tecnologías de conducción autónoma, vendiendo sus buses a las autoridades de varias ciudades de China y a otros países.

El conocido como Smart Panda Bus, de DeepBlue, ya está operativo en diez ciudades chinas y se espera que llegue a otras diez este año. La compañía ya ha empezado a vender buses en el extranjero, tras firmar acuerdos con Grecia y Tailandia.

Los buses, incluidos los que circulan en Tianjin, forman parte de una estrategia de China destinada al desarrollo de zonas urbanas donde ya se ha automatizado el control de los semáforos, la gestión de residuos y las labores de vigilancia. El Gobierno chino calcula que las inversiones públicas y privadas en estos proyectos de ciudades inteligentes ascenderán a 500.000 millones de yuanes (63.000 millones de euros) de 2015 a 2020.

Aunque China sigue estando por detrás de EEUU en conducción de vehículos autónomos, el país ha ido relajando las restricciones a las pruebas de conducción, dejando en manos de las autoridades locales la concesión de permisos a los fabricantes, que sí cuentan con la autorización de Pekín.

No obstante, las autoridades hacen hincapié en la seguridad e insisten en que los fabricantes de coches serán responsables de los accidentes durante las pruebas.

Chen Haibo, fundador y consejero delegado de Deep-Blue, asegura que su empresa no ha recibido financiación directa del Gobierno chino, aunque la IA ha dado un impulso a su compañía.

Chen está convencido de que los buses serán los primeros en ser rentables de todos los vehículos de conducción autónoma, que hasta la fecha no han conseguido registrar beneficios por lo costosas que resultan las pruebas. El ejecutivo cree que será China el país líder en buses autónomos. En su opinión, "queda mucho para la conducción autónoma de los vehículos particulares. Se tardarán al menos cinco años en probar la tecnología en todas las condiciones posibles por todo China. Eso significa que el negocio tardará en ser rentable".

El año pasado, ocho compañías en China probaron 56 vehículos que recorrieron un total de 153.600 kilómetros, según datos oficiales.

El denso tráfico de China, a veces impredecible, hace que resulte muy difícil desarrollar la tecnología autónoma para vehículos de particulares que deberán tener en cuenta infinidad de situaciones distintas.

DeepBlue no es la primera empresa en desarrollar buses autónomos. El primer fabricante de buses del país, Yutong, ya presentó un bus autónomo en 2015, y el gigante tecnológico Baidu se ha aliado con la segunda compañía china de buses, King Long, para producir minibuses.

Los buses de Deep-Blue están equipados con los últimos adelantos en IA, desde máquinas de vending inteligentes hasta pantallas con publicidad personalizada capaces de detectar si los pasajeros prestan o no atención a los anuncios. Pero el éxito de la empresa no dependerá tanto de sus capacidades técnicas como de que la compañía firme contratos a largo plazo con los gobiernos municipales, opinan los analistas.

Los límites al precio de los billetes de bus -sumados a la competencia de otros transportes como el suburbano y las bicis eléctricas- también podrían afectar a los ingresos de DeepBlue y a sus planes de crecimiento, según Tu Le, de la consultora Sino Auto Insights. En concreto, Le cree que la compañía todavía tiene que convencer a las autoridades de que su producto es seguro. "Trasladar a decenas de pasajeros en un vehículo cuya seguridad aún no está probada es algo serio", concluye.

Fuente: expansion.com