El vehículo, que es alimentado por biometano generado a partir de desechos orgánicos sólidos y aguas fecales, lleva pasajeros por las calles de Pamplona, España.


No hay duda de que cada día la ciencia se vuelve más ingeniosa para brindar alternativas de desarrollo que tengan un menor impacto sobre los recursos naturales. Así como la matriz energética de los países se ha ido transformando para incluir energías renovables, como la solar y la eólica, en sus esquemas, la industria automotriz parece estar en una carrera para diseñar carros que no dependan de la gasolina.

Este es el caso del bus pamplonica, un Mercedes Benz Citaro operado por la compañía de transporte Transports Ciutat Comtal (TCC), en Pamplona, España, que se alimenta de fango para obtener energía.

Específicamente, este medio de transporte, el primero de su tipo en España, es impulsado por biometano, un combustible que se obtiene a partir del refinamiento del biogás que se libera con la fermentación de las aguas residuales. Según sus diseñadores, el biobús puede recorrer 1.000 kilómetros alimentado con el equivalente de residuos que producen todos sus pasajeros en un año.

Sin embargo, para hacer realidad este bus, que contamina menos y ayuda a reducir los residuos orgánicos con los que muchas veces se “encartan” los vertederos, se necesitó una cadena de empresas y personas que garantizaran la sostenibilidad y los insumos.

Aparte de TCC y Mercedes, en la operación del autobús están involucrados Gas Natural Fenosa, el grupo FCC, que se encarga de recoger los residuos urbanos y Sodena, la empresa pública de desarrollo de Navarra. Trabajo en equipo que demuestra que para que este tipo de tecnologías se catapulten no sólo es necesario el “invento”, sino las políticas que lo acompañen para poder llevarlos “del dicho al hecho”.

La ciencia detrás

Para que el biogás del que se alimenta el autobús pamplonica sea rentable, este debe estar compuesto en un 50 % por metano, un gas más ligero que el aire que se produce con la descomposición de la materia orgánico.

Por esto, el proyecto tiene en cuenta tres tipos de materias primas para generar este biogás: los desechos orgánicos sólidos, los lodos residuales de la depuración de aguas fecales y los residuos de las industrias ganaderas y agrícolas. Por ser sustratos ricos en grasas, hidratos de carbono y proteínas, su degradación da como resultado grandes cantidades de ácidos grasos volátiles que son, precisamente, los que llevan a que se produzca el metano.

En España, aunque son varios las plantas que usan el gas que se libera de los procesos de degradación de materia orgánica para obtener energía eléctrica y calor, sólo dos de ellas llegan a producir biometano para alimentar este tipo de transporte.

No obstante, el país que lidera la implementación de esta tecnología es Alemania, con 185 plantas, seguido de Suecia con 61, según datos de la Asociación Europea de Biogás.

En Colombia, las cifras son muy distantes. Aunque se estima que existe un potencial anual para generar cerca de 16 gigavatios-hora a través de la biomasa, el primer paso que se necesitaría para producir biogás, esta energía alternativa no representa ni el 0,5 % de la matriz energética del país.

Ahora, esto no quiere decir que no existan esfuerzos para dirigirse por esta vía. A principios de este año la Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG) dio vía libre a la comercialización de biogás y biometano en Colombia.

Igualmente, en  Bogotá fue presentado el primer Transmilenio bioarticulado a gas natural del mundo que cumple la norma de límites de emisión Euro 6. La idea es que dentro de los próximos cinco años cerca del 80 % de estos buses cumplan estos estándares.

Fuente: elespectador.com