Pantalla de Uber en la que aparece la opción de transporte público junto con sus servicios de coches.

En 600 ciudades de todo el mundo ya es normal abrir una aplicación en el teléfono, darle a un botón y que aparezca alguien con un coche para llevarte a tu destino. Uber está sustituyendo a toda velocidad el transporte urbano en coche, pagado o privado. Pero a veces la mejor alternativa no es el coche. Se llega antes, o más cómodo, o más barato, en metro o en bus. O en bici. Uber quiere que esas opciones también aparezcan en su aplicación. Que se pueda ver en un solo pantallazo la comparación, y si es posible, comprar directamente ahí el billete de transporte público. Uber no quiere ser la aplicación que abres cuando necesitas un coche. Quiere ser la que abres cuando necesitas desplazarte, en general, a donde sea.


Los coches son para nosotros lo que los libros son para Amazon”, ha dicho el CEO de la compañía, Dara Khosrowshahi. ¿Le parece que Uber está en todas partes? ¿Que ya domina el transporte urbano en cientos de ciudades? Piense en Amazon vendiendo libros físicos hace 15 años. Piense en Netflix repartiendo DVD a domicilio. Ese es el estadio donde Uber se ve a sí mismo.

“No puedes ser el Amazon del transporte sin contar con el sistema más grande de todos, que es el transporte público”, declaró David Reich, jefe de Uber Transit, la división de la compañía que pretende integrar los buses, metros, tranvías o lo que haya dentro de la aplicación. Durante una conferencia de Uber en Santa Mónica, California, a la que fue invitado EL PAÍS, Reich explicaba que esta es una parte clave en la filosofía de la empresa “para hacer del coche individual una idea del pasado”.

“Uber ya tiene decenas de millones de usuarios que no entran en la aplicación buscando transporte público. Ahora se lo van a encontrar ahí. Eso es algo único que Uber puede ofrecer. Las aplicaciones de transporte público no suman usuarios, lo que te resuelven es cómo usarlo. Nosotros ofrecemos si deberías usarlo (a gente que no lo había considerado)”. En los pantallazos de móvil de la aplicación, se puede ver “Transit” al lado de las opciones de coche de Uber, con un cálculo de tiempo hasta el destino y el precio.

Por tanto, “lo primero que ofrecemos a las ciudades es mostrar sus servicios de transporte público dentro de nuestra aplicación”, dice Reich, “de forma que alguien quiere moverse por la ciudad que a lo mejor no había considerado esa opción puede ver que es mejor eso que comprar uno de nuestros productos (como pedir un coche)”.

Uber espera poder disponer de datos del transporte de las ciudades para integrarlos en su tecnología. En Estados Unidos, ha integrado dos aplicaciones como CityMapper y Moovit, que ya ofrecen mapas y opciones de transporte público. Cuando tienes los datos de viajes del transporte público, más los de los coches, más los de los patinetes y las bicicletas que ya está ofreciendo la empresa, explica Reich, “puedes ver cómo se mueve una ciudad entera y abre muchas puertas a las ciudades para planificar de forma eficiente”.

Uber se ha asociado con una tercera aplicación, Masabi, para que en el futuro los billetes para el metro también se puedan comprar dentro de Uber. El billete se convertiría en un código que podría ser leído en la propia pantalla del teléfono, como las tarjetas de embarque de los aviones. Reich declinó decir cómo se repartirían los ingresos del billete, por tratarse de una cuestión estratégica de Masabi. Pero dejó claro que desde Uber lo ven como un servicio más a la ciudad. “La venta de billetes es entre el 10% y el 15% del coste de operar los servicios públicos”, asegura Reich.

Desde el punto de vista de Uber, gracias a su tecnología está ofreciendo a las ciudades una base de datos que permitirá identificar las rutas con más necesidad, las áreas con peor servicio, ineficiencias en las líneas. Una tecnología de precisión para tomar decisiones políticas con precisión. Ejemplos de esa tecnología se pueden ver en la web de Uber Movement, una rara oportunidad para el público de ver las ciudades con los ojos de Uber. Es un mapa de datos de 2.000 millones de desplazamientos para ver cuánto se tarda de un sitio a otro, como funcionan, ciudades como París, Bogotá, Manchester o Los Ángeles. Por ejemplo, de La Défense al Louvre en coche, los lunes, se tarda 18 minutos y 10 segundos de media. No es un cálculo a ojo. Son datos de viajes reales.

Tal como lo ve Uber, su tecnología permite observar y predecir con enorme precisión los patrones de movilidad de una ciudad. Además, ve lo que hacen los usuarios cuando no están viajando. Es decir, la gente que se baja en esta estación de metro, ¿a dónde va después? ¿Cuánto tiempo? Uber lo sabe, las ciudades no. Las ciudades tienen infraestructuras de transporte. Uber, no. “No intentamos imponernos a nada”, decía Reich. “A muchas de las ciudades con las que hablamos no les preocupa el centro, sino los suburbios, las zonas peor servidas. ¿Haces más metro? ¿O encuentras una solución más eficiente?”. Ahí es donde Uber se ve aportando la información necesaria.

La idea completa arrancó en Denver, Colorado, el pasado enero. Denver es la ciudad laboratorio para ver cómo es un sistema de transporte urbano completamente integrado en la plataforma de Uber, desde los patinetes hasta las limusinas. Pero Uber Transit ya se estaba asociando desde antes con administraciones en otros lugares para programas concretos. En el condado de Pinellas, Florida, tiene un programa llamado First & Last Mile, en el que los viajes hacia la estación de bus y desde la estación de destino tienen descuento. Es decir, Uber provee el trayecto extra para llegar al transporte público. En Boston, la ciudad subvenciona viajes en Uber para personas con movilidad reducida. En Niza, hay una tarifa plana para usar Uber por la noche en lugares donde el transporte público no llega.

Uber empezó en 2012 a ofrecer viajes en coche sin tener ni un solo coche en su flota. Lo que hacía era poner en contacto particulares. En 2014, se dio cuenta de que su tecnología de localización le permitía detectar cuando había varias personas pidiendo coches en el mismo recorrido y sacó Uber Pool, para compartir la carrera. Con la compra de Jump, empezó en 2018 a ofrecer patinetes eléctricos y bicicletas eléctricas para trayectos cortos. La experiencia ha empezado en Santa Mónica, California y ya está en 17 ciudades de EE UU. Uber Transit, para integrar transporte público, es el objetivo para 2019. La compañía asegura que estará en disposición de ofrecer vuelos intraurbanos en aviones eléctricos (UberAir) en 2023.

El escenario ideal en el que se ve la empresa es como una aplicación en la que todo esté integrado. Que el usuario piense en ir a algún sitio, abra Uber, y tenga todas las opciones. Por ejemplo, necesita una bici eléctrica en la esquina de su casa para ir a la estación de tren, y en su parada final necesita un coche que le lleve los últimos dos kilómetros al lugar al que va. En ese escenario ideal todo eso se podría programar tocando un botón. El Amazon del transporte urbano está en marcha.

Fuente: elpais.com
Por: Pablo Ximénez de Sandoval